Presentación
En el tiempo de su creación, en el año 1956, los objetivos de la Cátedra Gaudí estaban claros: después del centenario del arquitecto y en el momento en que su figura comenzaba a ser considerada internacionalmente –con la exposición Gaudí que le dedicó el MOMA (1957-1958), el libro de George R. Collins, Antonio Gaudí de la colección Masters of World Architecture (New York: George Braziller, 1960) y la monografía Gaudí (London: Architectural Press, 1960), escrita por Josep Lluís Sert y James J. Sweeney- se confirmaba una recuperación que adquiría características “modernas”. En aquella época, la Cátedra tenía como misión la investigación y difusión de la obra de Gaudí en el ámbito académico y científico, así como la salvaguardia del patrimonio gaudinista construido, contribuyendo a su conservación, preservación y restauración.
Es evidente que la situación, la percepción, la definición y la importancia de la figura de Gaudí han cambiado radicalmente en los sesenta años de existencia de la Cátedra. De ser un arquitecto discutido y relativamente desconocido internacionalmente –cabe recordar que su nombre no aparecía en las primeras grandes monografías que historiadores como Nikolaus Pevsner o Sigfried Giedion dedicaron al Movimiento Moderno-, Gaudí se ha convertido en el arquitecto más popular y, sin duda, el único que concentra grandes multitudes de turistas llegados en autocares ante las puertas de sus edificios. El arquitecto ha pasado de ser una excentricidad algo incómoda en el panorama de la ciudad con voluntad “noucentista”, a ser el puntal indiscutible del gran negocio turístico en el que se ha convertido Barcelona.
Las publicaciones, exposiciones, películas, documentales y programas de todo tipo, los objetos de producción de todas clases en relación a Gaudí y su obra, se multiplican exponencialmente, haciendo del arquitecto un cliché ubicuo, vano, superficial y vacío de sentido, construido con la inmediatez de cualquier bibelot y destinado, al igual que cualquier otro bibelot, al consumo rápido. De modo que, paradójicamente, actualmente ya no se trata ahora de rescatar a Gaudí del olvido y la marginación histórica, ni de salvarlo de la indiferencia y del peligro de destrucción que amenazaba a su obra en una ciudad que no necesitaba comprenderlo, sino de rescatarlo de su propio “éxito”, que lo conduce hacia una nueva y más sutil, pero más demoledora aún, destrucción: la del más terrible desconocimiento –más terrible porque es condición necesaria de su banalización-, agravando el riesgo de una nueva desaparición de los caminos de su comprensión científica.
Una Cátedra de estudio y defensa de la obra de Gaudí fue necesaria en 1956 porque las condiciones de su conservación y conocimiento eran adversas. Esta misma cátedra es necesaria hoy, cuando las condiciones han cambiado pero no han dejado de ser adversas, e incluso lo son más aún, pues la fuerza destructiva de la maquinaria que ha convertido al arquitecto en el bibelot turístico por excelencia provoca un olvido mucho más profundo que la simple indiferencia anterior. Está claro, pues, que la misión de la Cátedra Gaudí continúa siendo el estudio, conocimiento, difusión y preservación de la figura y la obra de Gaudí, per ha llegado la hora de desarrollar este trabajo adaptándose, por un lado, a los nuevos desafíos que plantea la situación actual y, por otro, dotándose de una auténtica estructura científica que hasta ahora no ha tenido.
La actuación de la Cátedra Gaudí debe basarse en la docencia, organizando e impartiendo cursos sobre Gaudí y su tiempo en el grado y posgrado universitario; en la investigación, con programas, becas, acogida de estudiosos y la creación y promoción de cursos y seminarios que tendrían que tener un carácter regular, así como en la participación en exposiciones científicas y no meramente divulgativas. Por supuesto, además de las actividades académicas promovidas por la Cátedra, ésta debería estar presente en otros programas y proyectos similares del ámbito internacional.
Como centro de documentación e investigación de nivel internacional, la Cátedra debe basarse en tres fundamentos esenciales: la colección, los archivos y la biblioteca. Desde este punto de vista, la Universidad Politécnica de Cataluña y la propia Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona en la que la Cátedra se ubica, son las principales promotoras de un proyecto de colaboración basado en la integración de los fondos históricos de la biblioteca de la Escuela, de los extraordinarios archivos gráficos, de la colección de 44.000 placas fotográficas y de los objetos y documentos, para catalogarlos y digitalizarlos con criterio científico y en relación a las líneas académicas y de investigación promovidas por la propia Cátedra. El objetivo es crear un gran catálogo hiperconectado de todos estos fondos patrimoniales, que pueda ser accesible vía web. Como las estructuras estereostáticas de Gaudí, el catálogo constituirá un archivo digital único sobre su obra, sobre la enseñanza de la arquitectura a lo largo del tiempo y sobre la relación de la Escuela con la ciudad de Barcelona, además de ser una referencia fundamental sobre el pensamiento artístico y la cultura moderna desde el siglo XIX hasta la actualidad.
Los programas académicos y científicos que la Cátedra se propone desarrollar no podrían encontrar mejor lugar en el que apoyarse que los propios fondos, absolutamente extraordinarios y, en su mayor parte, desconocidos. La dimensión y la complejidad de los mismos hacen necesario que el trabajo prioritario de la Cátedra sea coordinar el proceso de inventario, catalogación, digitalización y difusión de las colecciones para ponerlas a disposición de los estudiosos y del público en general. Se trata de un proyecto que requiere de unos medios técnicos y humanos excepcionales, por lo cual es imprescindible la implicación de diferentes instituciones y agentes sociales, así como la inversión de los recursos necesarios para cumplir los objetivos.
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